lunes, 13 de enero de 2014

Día uno

Hoy ha sido, sin duda alguna, un día jodidamente genial. Para poder aprovechar las escasas horas de luz de las que disponemos en invierno, decidí madrugar un poco, pero tampoco demasiado. Tras ataviarme de forma adecuada para capear el frió me he lanzado hacia el pequeño valle que está justo al lado del camping; una preciosa grieta de empinadas pendientes y alfombrada por un bosque de pinos y jaras. Allí he redescubierto el placer de saltar, brincar, subirme a todas las roca que encontraba y, cómo no, resbalarme en cada una de ellas debido al musgo, la humedad y a mis oxidadas dotes de montañero. Ahora mi objetivo en esa zona es encontrar la manera de vadear el río y poder explorar el otro lado.

Para terminar el día, quiso la suerte que por accidente me topase con la que para mí ha sido sin duda, una de las escenas más bellas que he presenciado. Ante mi, el sol del atardecer iluminaba de forma tenue un majestuoso valle que muy poco tiene que envidiar a otros mucho más famosos.


Es curioso como en la naturaleza, una persona puede encontrar de forma tan fácil y rápida la paz y el sosiego. Sin duda, la quietud y la calma que aquí se respiran son harto contagiosas y el fresco y puro aire del pinar parece arrancar del pecho cualquier ansiedad o desdicha. Cuando estás ahí fuera, en la montaña, semi perdido, Todas las preocupaciones se diluyen.






2 comentarios:

Helena dijo...

Pero Álvaro, que chulo!! No sabía que habías escrito un blog en tu viaje y tampoco que tuvieras uno de tus dibujos. Sabes que escribes muy bien? Realmente es una lectura muy agradable. Eso me recuerda comentarte que yo estoy empezando a escribir un libro jaja. También tengo un blog como podrás comprobar, bastante abandonado eso sí, pero espero que con un futuro por delante.

Nos vemos pronto. Un beso.

Helena (de Juli) :)

Helena dijo...

aplicacionesmusicales.blogspot.com

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