Hoy ha sido, sin duda alguna, un día jodidamente genial.
Para poder aprovechar las escasas horas de luz de las que disponemos en
invierno, decidí madrugar un poco, pero tampoco demasiado. Tras ataviarme de
forma adecuada para capear el frió me he lanzado hacia el pequeño valle que
está justo al lado del camping; una preciosa grieta de empinadas pendientes y
alfombrada por un bosque de pinos y jaras. Allí he redescubierto el placer de saltar,
brincar, subirme a todas las roca que encontraba y, cómo no, resbalarme en cada
una de ellas debido al musgo, la humedad y a mis oxidadas dotes de montañero.
Ahora mi objetivo en esa zona es encontrar la manera de vadear el río y poder
explorar el otro lado.
Para terminar el día, quiso la suerte que por accidente me
topase con la que para mí ha sido sin duda, una de las escenas más bellas que he
presenciado. Ante mi, el sol del atardecer iluminaba de forma tenue un
majestuoso valle que muy poco tiene que envidiar a otros mucho más famosos.
Es curioso como en la naturaleza, una persona puede
encontrar de forma tan fácil y rápida la paz y el sosiego. Sin duda, la quietud
y la calma que aquí se respiran son harto contagiosas y el fresco y puro aire
del pinar parece arrancar del pecho cualquier ansiedad o desdicha. Cuando estás
ahí fuera, en la montaña, semi perdido, Todas las preocupaciones se diluyen.
2 comentarios:
Pero Álvaro, que chulo!! No sabía que habías escrito un blog en tu viaje y tampoco que tuvieras uno de tus dibujos. Sabes que escribes muy bien? Realmente es una lectura muy agradable. Eso me recuerda comentarte que yo estoy empezando a escribir un libro jaja. También tengo un blog como podrás comprobar, bastante abandonado eso sí, pero espero que con un futuro por delante.
Nos vemos pronto. Un beso.
Helena (de Juli) :)
aplicacionesmusicales.blogspot.com
Publicar un comentario